Mía.
Mía creció en una familia trabajadora de clase media como hija única. Sus padres intentaron no consentir todos sus caprichos para evitar que creciese como una niña consentida y mimada. Mía llevó una vida normal y actuó siempre como se esperaba de ella. Estudió hasta llegar a la universidad y conservó sus amistades de la infancia. Conoció un buen hombre, se casó y tuvo dos hijos.
Vivían en una pequeña casa en la ciudad y ambos tenían que trabajar para poder sacar adelante a los pequeños. Pero Mía sentía que no era feliz. Su infelicidad se debía a su exceso sentido soñador e idealista. Su vida era perfecta pero algo la hacía sentir vacía por dentro. Desde niña fue muy aficionada a la lectura y al cine. Casi siempre acompañada de la soledad, en su cuarto creó su propio mundo. En él soñaba, imaginaba historias y también las escribía. En la televisión podía participar de otras vidas y de otras situaciones que no había experimentado. De adolescente solía ir al cine con sus amigas y era algo que le iba gustando cada vez más. Su interés por el séptimo arte crecía a medida que aprendía como se realiza una película y todo el trabajo que supone.
Vio tantas películas como pudo y en ellas encontró la fuente del conocimiento. En cada película sacaba una nueva lección sobre la vida, sobre los sentimiento, el ser humano, el espacio, las matemáticas, la historia, la religión, la física......podría aprender casi todo viendo cine. Y además disfrutaba, podía pasar muy buenos ratos y estos se repetían una y otra vez y todas las veces que volviese a verlas.
La economía era difícil en aquellos tiempos y el marido de Mía tuvo que buscar un trabajo para los fines de semana. Era acomodador en un pequeño cine de la ciudad. Mía conoció algunos de los acomodadores que trabajaban con su marido y hubo uno en particular en el que se fijó desde el primer día: Rock. Casualmente su marido hizo amistad con Rock y solían mantener conversaciones sobre sus gustos cinematográficos. Las noches que su marido trabajaba como acomodador Mía esperaba a que llegara a casa y le contara sobre las películas que habían hablado y sobre los gustos de Rock. Le sorprendió como un chico joven tenía esa pasión por el cine como ella y que coincidieran en algunas ideas. No conocía a mucha gente que tuviera esa visión del cine, tan parecida al de ella. Entonces cuándo iba al cine y se encontraba con él solían saludarse. Al principio con cierto recelo y timidez. Otras veces comentaban algo sobre la película que iba a ver, pero apenas cruzaban cuatro frases. Empezó a notar que se sentía atraída por él.Su marido estuvo poco tiempo y dejó ese trabajo. Mía se molestaba cuando Rock la ignoraba y evitaba saludarla en algunas ocasiones. No se sentía así cuando hablaban y una sensación de alegría le recorría el cuerpo. Con el tiempo esa sensación ocurría simplemente con verle porque dejaron de hablar.
Mía ya no quería seguir con su marido y en la familia pensaron que tendría algún trastorno psicológico o una crisis de ansiedad. Comenzó a visitar a un psicólogo. El poco tiempo que tenía entre las visitas al psicólogo, el trabajo, los niños......no le permitía ir al cine y dejó de ver a Rock. Pensó que sería lo mejor y así se olvidaría de él. Las sesiones con el psicólogo empezaron siendo difíciles. A medida que cogió confianza con su médico Mía no podía prescindir de sus visitas. Con él se desahogaba podía ser la persona que sentía que era y le hacía comprender las razones de sus anhelos y sus deseos. Mía fue comprendiéndose a sí misma poco a poco y eso confirmó que su matrimonio estaba acabado. Así que Mía tuvo que replantearse toda su vida y comenzar de cero. Pero eran tiempos difíciles y eso no ayudaba. Volvió a ver a Rock en varias ocasiones pero evitaba contacto con él porque sentía que él evitaba contanto con ella. Mía llegó a pensar que no era de su agrado o simplemente que nunca había tenido interés en conocerla o tener una amistad a pesar de saber que ambos tenían algo en común. Pero Mía quería al menos ser su amiga. Poder tener conversaciones sobre cine, seguir conociendo sus gustos y otras cosas de su vida. Quizá algunas cosas no le gustó saberlas, como que él estaba enamorado de otra mujer.
Un mal día en el que Mía fue al cine con sus amigas para desconectar de la rutina vio a Rock y éste por primera vez en mucho tiempo saludó e incluso pronunció una frase sonriente. Aquello desconcertó mucho a Mía que había dado por supuesto que nunca más iban a hablar. Lo que dijo fue algo meramente profesional, ya que era su trabajo saludar y hablar con los clientes para acomodarles en la butaca correspondiente pero Mía no pudo evitar mirarle y sentir algo. ¿Que podía hacer ante aquella situación?. ¿Debía enfrentarse a sus sentimientos o seguir ocultándolos y negándoselos a sí misma?. Todo aquello era un película que ella había creado en su cabeza y no tenía sentido. El desconocía todo lo que ella pensaba y seguramente jamás hubiera imaginado lo que ella podía pensar. Mía habló con su psicólogo por primera vez sobre aquel asunto. Mía le preguntó qué debía hacer si no podía olvidarse de ese hombre. "Es fácil" le dijo. "Tú que quieres hacer, ¿que quieres que pase?". "Quiero saber si el siente lo mismo". "Y, ¿por qué no se lo preguntas?"."Porque seguro que el no siente lo mismo". "¿ Como lo sabes?". "Sé que quiere a otra". " ¿Has hablado con él? ¿Se lo has preguntado?". "No". "Entonces averígualo"."Pero me da vergüenza y miedo". "¿Porque?"."Por si me dice que no siente lo mismo". "¿Y si eso ocurriera?". "Imagino que me olvidaría al final de él y con el tiempo dejaría de interesarme". "Eso sería una solución al problema ¿no?". "Si"."Entonces hazlo. Aunque te cueste, que crees que es mejor: ¿dejar todo eso dentro de tu mente sin que se haga realidad o saber la realidad para poder afrontarla sea cual sea?. No te preocupes por lo que vaya a decir. Yo estaré aquí para ayudarte pase lo que pase. Ya veremos que hacer después"".
Mía con ayuda de su psicólogo se dio cuenta de que las cosas que pensamos o creemos son una realidad que sólo está en nuestra mente. Debemos comunicarnos, expresarnos para saber como son las cosas. Así que Mía decidió hablar con Rock. Pero no sabía como, ni qué decirle.
Mía le dio muchas vueltas antes de decidir como decírselo. Optó por una manera quizá cobarde pero no encontró otra para hacerle saber lo que sentía a una persona a la que no veía y con la que apenas tenía relación. Se lo dijo de manera escrita.
Mía tardó en recibir respuesta y está fue una negativa. Rock hacía tiempo que estaba enamorado y mantenía una relación con otra mujer. Mía se sintió mal. Pero a la vez liberada porque ahora sabía lo que tenía que hacer, olvidarse de esa persona dejar de tener interés. No obstante él le ofreció su amistad para poder seguir teniendo pequeñas conversaciones cada vez que ella fuera al cine y se viesen. Mía concluyó su tratamiento con el doctor que tanto la había ayudado. Él consideró que ahora Mía sería capaz de superar por sí misma cualquier situación a la que tuviera que enfrentarse.
Pasaron varios meses y Mía fue al cine con sus amigas como hacían cada semana. No siempre coincidía con Rock. Aquel día se saludaron con total normalidad y Rock las ayudó a localizar sus butacas. Comenzó la película y Mía sintió esa felicidad plena que sólo experimentaba cuándo su mente se vaciaba para dejarse llenar por una nueva historia. Pasó un rato y Mía vio como alguien aparecía por el pequeño pasillo de la entrada de la sala y se detenía. Al no ocupar un asiento pensó que sería un acomodador que suele pasar por la sala para comprobar que todo va bien. Se fijó en la pantalla pero nuevamente miró al acomodador. Se dio cuenta entonces de que era Rock. Su corazón empezó entonces a latir con fuerza y decidió precipitadamente bajar a su encuentro. Dudó unos instantes esperando a que el desapareciese, pero no se fue. Mía se armó de valor, abandonó la butaca y la historia en la que estaba metida para aproximarse a él. Cuándo Rock vio que alguien se aproximaba retrocedió ocultándose en el pasillo de la entrada y se detuvo. Mía continuó hasta llegar a su altura. Nadie podía verlos y ambos envueltos por la oscuridad se reconocieron gracias a la luz que provenía de la pantalla. Rock rodeó a Mía por la cintura y acercó con fuerza su cuerpo al suyo. Ambos se fundieron en un beso suave que cada vez se fue volviendo más apasionado. Sus cuerpos estaban tan pegados que Rock podía sentir los latidos acelerados del corazón de Mía. De repente Mía sintió una voz que le decía.
"Otro día venimos a ver la que yo elija" ."¿Qué?, ¿no te está gustando la película?" "No mucho", contestó su amiga que estaba sentada a su derecha y que había interrumpido su fantasía en el mejor momento. Esa fantasía se repetiría en su cabeza cada vez de una manera diferente y aún sabiendo que eso nunca ocurriría sentía tranquilidad y felicidad ya que siempre era como ella deseaba imaginarlo.
El problema de Mía es que vivía de ilusiones y de sueños y hay quien cree que soñar y crear fantasías es síntoma de inmadurez e idiotez. Buscó a aquellas personas que le comprendían y que entiendían cómo te sentía. Que respetaban su forma de ser y sobre todo que le dejaban ser feliz, porque soñar puede hacer feliz a las personas a las que les resulta un gran esfuerzo enfrentarse a la realidad, a su realidad por muy perfecta y buena que sea. Si algo te preocupa piensa como enfrentarte a ello sin huir y sin reprimir los sentimientos, a pesar de lo que digan los que te rodean.
Relato de Mónika Jiménez.
Cualquier parecido con la realidad.........no es pura casualidad
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